Si la rehabilitación de fachadas es una necesidad periódica en muchos inmuebles de vieja construcción, al borde del mar constituye una urgencia, dada la vulnerabilidad de los edificaciones al ambiente marino. Las fachadas ventiladas son, a día de hoy, la mejor solución técnica; y los placas laminadas de alta densidad HPL para exteriores, la mejor garantía de durabilidad, capaces de marcar un antes y un después en primera línea de playa.

Los inmuebles “envejecen” muy mal al lado del mar. En algunos casos se debe a los procedimientos y materiales de construcción usados, como es el caso del parque inmobiliario más antiguo, construido medio siglo atrás, cuando empezaron a proliferar los núcleos costeros de vacaciones o de segunda residencia. Pero el motivo principal es el propio ambiente marino, muy agresivo física, pero también químicamente, con los edificios. La orografía, el régimen de temperaturas, vientos y precipitaciones y la mayor o menor cercanía al mar influyen directamente en el estado de las construcciones, siendo las fachadas las que suelen presentar más lesiones y las que, por tanto, necesitan más mantenimiento.

Adiós a las rehabilitaciones que son meros lavados de cara. Hola a las fachadas ventiladas

Lo habitual todavía es invertir en recubrimientos cerámicos o en renovar periódicamente los enfoscados o morteros de revestimiento, con o sin imprimación antihumedad previa, dado que suelen ser impermeables al agua de lluvia, pero son muy permeables a la humedad. En este último caso, se suele optar por morteros tradicionales monocapa, compuestos por agua, cemento, áridos con gránulos, pigmentos y aditivos, que son los que aportan las propiedades de adherencia, resistencia e impermeabilidad. O por morteros de cal, compuestos por arena, agua y cal como aglomerante, al tratarse de una alternativa más ecológica y sostenible que el cemento.

A priori, este lavado de cara, ya sea mediante mortero monocapa o mortero de cal, funciona únicamente a corto plazo. El ambiente marino va produciendo fisuras, grietas y daños por corrosión, más visibles por cuanto que severos en los edificios situados en primera línea de playa, y la fachada vuelve a parecer “vieja” al poco tiempo. Hasta que las fachadas ventiladas y la interrupción de nuevos materiales industriales llegaron para solucionar el problema. Y os contamos un ejemplo muy significativo.

La fachada de Trespa del Hotel María Cristina de Peñíscola

Trespa elige anualmente un Proyecto del Año y como candidato español ha presentado en esta ocasión al hotel María Cristina de Peñíscola (Castellón), donde se ha instalado una fachada ventilada de laminado HPL de sus modelos Meteon Blanco Puro y NW02 Roble. El resultado, ya lo habéis visto en las fotos del antes y del después, saltan a la vista. A nivel estético, no se puede dejar de destacar la alta calidad del diseño arquitectónico. Pero es en las excelentes prestaciones de durabilidad, incluso en primera línea de playa, en las que nos vamos a concentrar.

Y es que la fachada ventilada a base de placas laminadas de alta densidad HPL es una de las soluciones más completas de rehabilitación en núcleos costeros. Aportan estética y, gracias a la alta tecnología aplicada sobre el material, poseen una altísima capacidad para neutralizar la hasta ahora inevitable vulnerabilidad de los inmuebles en ambientes marinos.

En primera línea de playa, el régimen de vientos provenientes del mar y, por ende, su velocidad, es el factor más importante en el índice de daños de las fachadas de los edificios costeros, capaz de afectar incluso a ladrillos y tejas, a través de un proceso constante de erosión producido por las partículas en suspensión del aire –arena, sal marina,…–. El laminado HPL, por el contrario, es un material sólido y robusto, muy resistente incluso a fuertes cargas de viento y que no se raya ni fisura por el impacto de partículas procedes del aire salino.

Tampoco se ve afectado por las precipitaciones de lluvia ni por la humedad ambiental, la segunda variable más dañina para los inmuebles de costa, por tratarse de una superficie monolítica o absolutamente cerrada, sin poros, en la que es incapaz de penetrar el agua o el vapor, pero también el polvo o la suciedad, evitándose así la desencadenación de procesos químicos corrosivos.

Fachadas que duran y duran, sin necesidad de mantenimiento

Todo lo dicho sirve para explicar la propiedad más característica de las placas laminadas de alta densidad HPL para exteriores: su durabilidad. Las fachadas se mantienen inalterables durante años, sin que ni siquiera las altas temperaturas o los efectos de la radiación ultravioleta alteren sus propiedades o su estética. De hecho, sus acabados permanecen inalterados durante décadas, sin variaciones visibles apreciables por el ojo humano. Y no es una exageración si se tiene en cuenta que, aunque de cara a certificaciones de sostenibilidad cualquier material usado en fachada ventilada debe de haber superado la famosa prueba de envejecimiento de las 3.000h, el equivalente a 10 años de exposición real a la intemperie, los compactos fenólicos HPL que se instalaron allá por los años 90 del siglo pasado ya han superado de largo esta edad.

Es cierto que el precio de ejecución de una fachada ventilada de laminado HPL es más caro que una rehabilitación con mortero monocapa o de cal. Pero queda amortizado en 5 o 7 años, que es el periodo medio en el que habrá que volver a enfoscar la fachada si se recurre a la técnica de reforma tradicional. La prueba está en que la inversión en fachadas ventiladas tiene un retorno directo en la revalorización inmediata del inmueble y un retorno indirecto, a través del ahorro energético y la mejor calificación en sostenibilidad del edificio. Sale económico, teniendo en cuenta que Trespa certifica una vida útil de 50 años para todos sus productos. Incluso en primera línea de playa, a orillas del mar.