El skyline de las grandes ciudades se transforma. A medida que las capitales del mundo crecen, altos edificios van determinando su paisaje. La mayoría de ellos, por no decir casi todos los construidos en las últimas décadas, con fachadas acristaladas, las denominadas fachadas ligeras de muro cortina. Las que están, permanecerán a la vista como grandes hitos de la construcción. Pero las nuevas edificaciones, ¿cómo se adaptarán a las nuevas normativas de aislamiento térmico sobre edificios?

 

Las nuevas exigencias del CTE para fachadas acristaladas

El Nuevo Código Técnico de la Edificación, aprobado a finales de diciembre de 2019 y ya de obligatorio cumplimiento para obra nueva y de rehabilitación, incluía importantes exigencias básicas en materia de ahorro de energía. El desafío es ir alcanzando altos valores de aislamiento térmico hasta alcanzar edificios de consumo casi nulo y para ello sus envolventes, es decir, sus fachadas, deben tener unas características explícitas que limiten las necesidades de energía primaria para alcanzar el bienestar térmico en función de la zona climática de ubicación.

Es la gran debilidad del muro cortina, como afirma Benito Lauret Aguirregabiria, profesor titular en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y director del Máster de Fachada de la UPM: “Si bien durante los últimos años tiempos se han realizado mejoras importantes en los sistemas convencionales, tales como la rotura del puente térmico en carpintería de aluminio, o los vidrios dobles o triples, con cámaras de argón y capas metálicas bajo emisivas, lo cierto es que las soluciones estándar están aún lejos de alcanzar valores de aislamiento térmico de alto nivel, es decir, transmitancias reducidas”.

En la revista CIC Arquitectura y Sostenibilidad, explicaba el profesor Lauret Aguirregabiria que para un edificio de oficinas situado en Madrid, si las exigencias del CTE establecen una transmitancia global de la fachada entre 0,70 y 0,54, se necesitan muros cortina que estén en un rango global del orden de 0,6. Pero pensando que un vidrio doble comercial con cámara de argón y capa de bajo emisiva puede estar en transmitancias del orden de 1,2, podemos darnos cuenta de lo difícil que va a ser cumplir este objetivo. Y esto en Madrid, porque en España hay localizaciones con limitaciones más estrictas del 0,43.

Nueva década y nuevos desafíos para las fachadas de muro cortina

Una posible solución: reducir la parte vidriada aumentando zonas opacas

Como buen profesor que es, Benito Lauret Aguirregabiria ahonda en que el diseño arquitectónico ideal, contando con las servidumbres de la zona opaca de antepecho, sería tener un metro de altura de antepecho (para cumplir a incendio normativa CTE) y tres metros de zona de visión, lo que arroja un porcentaje de huecos (Window to Wall Ratio: WWR) del 75%. Pero explicado que un vidrio doble comercial actual tiene una transmitancia del orden de 1,2, para alcanzar el rango medio de 0,6, se necesita vidrio triple: más caro, más pesado y menos funcional por el exceso de reflejos.

A ello hay que sumarle, además, los aspectos de la carpintería, los huecos practicables, etc. En consecuencia, el tratamiento general de todos los detalles técnicos de la totalidad de componentes de la envolvente es fundamental para el éxito final del sistema. Para Lauret Aguirregabiria, “la solución pasa por la reducción de la parte vidriada, pasando a valores de WWR claramente inferiores al 50%. El aumento de las zonas opacas permite así mejorar enormemente los valores de transmitancia, al poder emplear aislamientos térmicos que rondan valores de entre 0,3 y 0,25”. Edificios de altas prestaciones térmica como el Bullit Building en Seattle o el BSU en Hamburgo son ejemplos perfecto de esta estrategia de reducción de huecos.

Nueva década y nuevos desafíos para las fachadas de muro cortina

Otra solución posible, pero mucho más cara: la doble piel

Al tener una doble barrera, se suman las fuerzas. Sin embargo, y como afirma el profesor Lauret Aguirregabiria, “los costes se disparan y ambas pieles deben tener al menos doble acristalamiento, amén de controlar el sobrecalentamiento del aire de la cámara en verano”. Un ejemplo de esta solución es la Torre Iberdrola de Bilbao.

La conclusión para el director del Máster de Fachadas de la UPM es que las nuevas exigencia energéticas del CTE son un desafío considerable para arquitectos e industria, pero existen soluciones técnicas de alto nivel que pueden dar respuesta a este reto. Es por ello que cada vez se demandan más especialistas en fachadas acristaladas que asistan al proyecto desde el principio. Y Benito Lauret Aguirregabiria es decano en la formación de estos especialistas, de ahí que le admiremos tantísimo en MEKA3.

Puedes acceder al artículo completo del profesor Lauret Aguirregabiria publicado en la revista CIC Arquitectura y Sostenibilidad en este enlace.